Esos flexis no están hechos para caminar, ni mi celular para tomar fotos... the final countdown suena en el radio

Daniel Caleb

12 de octubre 2016

Al veinte para las siete salí del trabajo, al estar en la calle me tomó un segundo decidir que no quería tomar el camión enseguida, no tenía ganas de arriesgarme a viajar amontonado, así que caminé en dirección hacia mi casa; pensé que mejor tomaría ese camión a mitad del camino, una o dos horas después, ya que estuviera más vacío.

Conecté mis audífonos y puse la 91.7 F.M., que a esa hora tiene un programa de radio dedicado a tratar de tranquilizar con rock “clásico” a los radioescuchas que van conduciendo , no se toma mucho en cuenta a los que vamos en transporte público o a los que de repente decidimos caminar; frecuentemente el locutor informa sobre lugares dónde el tráfico está atorado o pide que los radioescuchas participen avisándonos en que embotellamiento se atoraron, escucho estos reportes mientras camino en un parque fundidora fresco y sin esa sensación de amontonamiento que seguramente estaban sintiendo una gran parte del resto de los radioescuchas. En el camino fui recogiendo semillas de encinos.
Al salir de Fundidora el oasis se desvanece y veo la gran serpiente luminosa de focos amarillos y rojos que se traslada sobre Morones Prieto. ¿Subir al puente peatonal de la Y Griega o cruzar la frontera Monterrey-Guadalupe sobre el flujo vehicular? Hoy no estoy de humor de provocar el graznido de los autos, así que usé el puente aunque eso implicó caminar en zig-zag.
Siempre he sido una persona de tenis, fui muy feliz como por 7 años y medio en los que no tuve que usar zapatos; pero poco antes de que terminara la universidad la sociedad me forzó a volver a los zapatos. Tengo el pie deforme para los estándares del mercado, así que cada vez que tengo que conseguir calzado nuevo es una tortura, en esa ocasión mi madre se apiadó de mí, me llevó a la zapatería SAS y me dijo, “este es mi regalo y son los últimos zapatos que te voy a comprar”. Fui feliz con mis zapatos de viejito, anchos y cómodos, una caricia para las plantas de mis pies, los usé hasta que no dieron más; después tuve un segundo par exactamente iguales, mismo modelo, mismo color, los primeros que me compré. Desgraciadamente son zapatos muy caros y no siempre está la situación para darse ese lujo, así que cuando ese segundo par también pereció recurrí a los flexi que intentan verse en la foto.
Volviendo al día de hoy, a mitad del parque Fundidora ya comenzaban a calarme los pies, incluso comencé a sentir un hormigueo en las piernas, ya en Guadalupe, sobre la Avenida Benito Juárez las plantas de los pies me ardían y comenzaba a sentir como se estaban formando ampollas en ambas, me quité los zapatos y los calcetines y sentí como el suelo estaba más fresco que mis zapatos. En el radio sonaba “The Final Countdown” de “Europe”, había caminado hora y media, los camiones aún se veían llenos, tenía dos opciones, caminar unos cuantos metros hacia la parada o caminar otro rato, decidí continuar la caminata, pero sin usar los flexi, caminé descalzo.
Al caminar descalzo se percibe el camino de forma más intensa, sientes cada textura del suelo y contrario a lo que pudiera pensarse me lastimó menos que caminar con zapatos. Cada paso que daba tenía que observar muy bien dónde iba a pisar, el suelo guadalupano está lleno de desperdicio, agua sucia, grasa, vidrios, escombros, colillas de cigarros. Al ver como la luz hacía rebotar del suelo diminutos reflejos de las banquetas (probablemente de vidrio pulverizado) me preguntaba si llegaría con los pies llenos de pequeñas heridas. Y aunque Guadalupe no está hecho para caminar descalzo, había ciertas banquetas que causaban más confort que otras. La velocidad del viaje no fue mucho menor que antes, sentía que el pie se adaptaba al suelo, tal vez es la forma adecuada de caminar; si no hubiera estado ya lastimado estoy seguro que el viaje hubiera sido menos doloroso y tal vez más rápido, pero la velocidad es lo de menos. Caminé media hora descalzo, decidí que era suficiente por el día de hoy, me puse los zapatos y me subí al camión. Al llegar a casa puse los pies en una tina con agua y procedí a lavarlos, después del baño los pies siguen sucios, ¿De qué está hecha la suciedad citadina que es tan difícil de quitar? ¿O de plano necesito una cátedra de lavado de pies? Mañana iré al trabajo en tenis, ya dije…
Canciones que recuerdo: Lonely boy de The black keys, The final countdown de Europe, Lullaby de The cure, Secret smile de Semisonic, Tear in my heart de Twenty one pilots, Boys of summer de Don Henley.